
Para que se desarrolle la voluntad, es necesario que exista la acción. La voluntad, al igual que la libertad, es una virtud y un derecho del ser humano. Para que la voluntad se desarrolle a plenitud, se necesitan ambientes preparados.
La mano es un instrumento esencial para el desarrollo de la voluntad en un ambiente rico de material concreto, el cual invita a la exploración y está diseñado para satisfacer las necesidades de desarrollo según la edad.
La acción conlleva a una actividad específica que ayuda al organismo vivo del niño a desarrollar la concentración. Empieza a coordinar sus movimientos y a refinar el equilibrio.
La repetición de acciones hace que la actividad ordenada se convierta en un hábito, mientras que aprender a inhibirse o desarrollar la acción es activar la verdadera voluntad. La acción impuesta desde el exterior no puede ser llamada voluntad porque siempre tendrá que recordarse para ejecutarse.
La voluntad se refuerza con la constancia y esta a su vez desencadena la persistencia y la perseverancia. Ello nos permitirá elegir en variadas circunstancias y a su vez hacer uso sano de la libertad.